Jueves, 24 de octubre

La siguiente historia toca las fibras de mi corazón porque habla del tipo de amistad y del tipo de amigos que todos deberíamos tener y ser:


Era Damón un filósofo de Siracusa que fue condenado a muerte por conspirar contra Dionisio. Este le dio permiso para ir a un pueblo cercano a despedirse de su familia, a condición que dejara de rehén por si este faltaba a su palabra de acudir a la hora fijada para la ejecución. Su  entrañable  amigo,  el  filósofo  Fintias,  se  ofreció  a quedar como rehén, y como Damón no se presentó a la hora fatal, Fintias lo disculpó en público diciendo que Damón era inocente de toda culpa; que tenía  la seguridad de que había sido detenido por alguna circunstancia contra su voluntad; pero que él, Fintias, no quería que se demorase la ejecución y moriría con gusto para salvar la vida de su inocente amigo.


Apenas acababa de hablar, se oyó una voz que de lejos gritaba: "¡deteneos!",   y se vio llegar a galope tendido un jinete que resultó ser el mismo Damón, el cual subiendo al patíbulo, abrazó a Fintias y le dijo que su retraso en llegar era debido a que había reventado el caballo y tuvo que pedir otro prestado en el camino para poder llegar a tiempo.

El tirano Dionisio se conmovió tanto al ver la amistad de aquellos hombres, que no sólo perdonó a Damón, sino que rogó a ambos que le permitiesen ser partícipe de su amistad.

¡Esta es la amistad de Hombre a Hombre! ¡Amistad para la que fuimos creados!



Hoy en nuestra oración de familia, te decimos:

Gracias, Señor, por los verdaderos amigos, los que nos ayudan en toda occasion, los que arriesgan lo suyo para ayudarnos, los que no miran el reloj para estar con nosotros, los que tienen siempre una buena palabra para regalarnos. Gracias, Señor.