Lunes, 11 de marzo

  Buenos días, 

Antes de iniciar nuestra oración de hoy, os pedimos que intentéis identificar cómo os sentís en este primer momento consciente del día y que, mentalmente, y durante unos segundos, os situéis en uno de los cuadrantes del Medidor Emocional.

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Como todos los lunes, escuchamos la Lectura del evangelio del pasado domingo:


En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.



En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios».


PALABRA DE DIOS